jueves, 21 de julio de 2016

Diecisiete del siete.

Y lo difícil no es dejar ir a quien formó parte de tu vida, de tus noches y de tus días... a quien supo de tus ideas, de tus batallas, de tus logros, de tus fracasos, de tus malos días, de los buenos... de tus dolores de cabeza, de muelas o de espalda... lo jodido es qué hacer con todos esos recuerdos. Dónde poner todo eso... qué hacer con los miles de besos, abrazos... y los encuentros en el colchón... con todas las risas, las discusiones, las complicidades... y los guiños y el argot. Dónde guardar las fotos y las imágenes que se quedaron en los álbumes y en la retina, por y para siempre... qué hacer con los sentimientos que te generaba... ternura, pasión, rabia... y odio en ocasiones, para al rato perdonarse y volver a sentir todo lo bueno. Dónde almacenar todas esas llamadas, sms, whatsaps... todas las horas y horas dedicadas... y qué hacer con el mar de lágrimas cuando drásticamente su salud se tambaleó... y con el júbilo al darle esquinazo a la Parca. 
Qué hacer con todo eso que parece haberse inflado y no cabe ni en la memoria ni en el pecho. Y cuánto dura esta sensación agridulce que se alberga en la garganta, que te ahoga y te enferma hasta el mareo y la náusea?

Dicen que el amor enferma, pero el desamor es la agonía.