martes, 11 de diciembre de 2012

Anoche...


 ...anoche estuviste aquí, junto a mí, deshaciendo mi cama, revolviendo mis sábanas, desbaratando mi cuerpo... anoche te sentí aquí, cuando tu aliento cálido y húmedo besó mi nuca, cuando mi piel se erizó, supe que estabas aquí... anoche... enseguida mi cuerpo te reconoció... todos mis poros te saludaron... y mi boca se entreabrió, mis labios jugosos te llamaron, y mi lengua se enredó con la tuya en un abrazo de fresas calientes derritiendo chocolates prometidos... y tus manos salieron a pasear, a conquistar las sendas de mi cuerpo, y dos cerezas rojas te sorprendieron al paso, tú las enlazaste entre tus dedos y un gemido entrecortado se tejió en mi garganta... dibujaste con tu boca la vereda derecha a mi lumbre, allí donde ardimos como amantes y alcanzaste la sabiduría del que ama un cuerpo que ya ha amado antes... mi espalda se arqueó en un puente sobre tus manos, cuando tu lengua fue convexa en el cóncavo de mi ombligo... y ay tus ojos, amor mío!!... y ya no pude estar más desnuda que cuando me miraste y adiviné dónde bajabas a libar... y como recibimiento una mariposa palpitante salió a tu encuentro... pero tú, amante sabio, la convertiste en flor... y fuiste deshojando pétalos de amor hasta alcanzar mi júbilo, hasta exaltar todos mis sentidos... y ahí el tiempo se me extravió... al momento mis ojos te buscaron y pidieron reflejarse en los tuyos y todo mi cuerpo te arropó en un abrazo dilatado mientras se abrían las compuertas del placer y nos ungía la piel de olores y sabores, de cálidos fluidos, de susurros contenidos, de nombres repetidos... y en los vaivenes de un vals de olas, nuestros seres se volatilizaron al calor de una pira de deseos... Todo eso ocurrió anoche, amor mío, cuando tú viniste hasta mí desde tan lejos...