jueves, 17 de septiembre de 2015

Nueve

Hay un número, una edad clave y mágica, en la vida de los niños. Los nueve años. Ese número marca claramente lo que es un niño del que ya no lo es, al menos no del todo.

Cuentan nueve dedos, aún no suman las dos manos completas, que creo es la edad límite para seguir creyendo en la magia, en Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón Pérez... Es la edad
en que aún cuestionan poco lo que cualquier adulto les diga. Tuercen un poco el gesto pero, si te ven convencido, aún cuela que a los 9 hay que ir al pediatra a que les cambien el color de ojos, que ya está bien de tenerlos azules y que ahora tocan marrones... y se lo creen! Si el de los dientes no tiene cambio o se le ha olvidado venir, la solución que a su madre se le ocurre siempre es perfecta y no levanta ni media sospecha. 
Es maravilloso ver esas caritas cuando sus cerebros se debaten entre su lógica, su inocencia y la fe que tienen en sus padres.

Por contra son listos. Saben leer, sumar, restar, multiplicar y dividir... conocen qué número marcar si hay una emergencia, saben interpretar mapas, entienden las ironías y los anuncios con mensaje... abren la nevera y se sirven leche con galletas mientras tú ni te das cuenta... tienen pipí demasiadas veces cuando la comida no les gusta demasiado. La mayoría utilizan la tecnología con una destreza pasmosa... tienen una energía inagotable, su curiosidad no conoce límites y son perfectos para mantener conversaciones sobre lo divino y lo humano. No tienen prejuicios, ni les paraliza el miedo, para ellos todo es posible si se quiere y se tiene ganas.

Es maravilloso poder disfrutar de uno de estos enanos, sobre todo cuando ya peinas canas y sabes que no volverás a tener otro niño de 9 años.

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