jueves, 9 de febrero de 2017

Esa otra violencia

Hay una violencia psíquica y verbal de la que no se habla... casi desconocida porque los afectados no hablan jamás de ello. 
Las mujeres, por suerte, nos tenemos las unas a las otras para todo... para reír, para llorar, para desahogar nuestras penas, para compartir inquietudes... a veces con mucha sorna y otras del modo más didáctico...también para criticarnos y despellejarnos... pero somos queridas y besadas desde que nacemos por hombres y mujeres y es así como desarrollamos empatía y tejemos un entramado de sentimientos y emociones que fluyen de un modo natural.
Los hombres en general, sólo son mimados por sus madres... a veces por las hermanas, los que tienen suerte de tenerlas, y de ahí pasan a ser queridos, o no, por novias y esposas. Además son poco proclives a expresar sentimientos, a llorar y a emocionarse, mucho menos a compartir inquietudes y dudas personales con amigos, ni siquiera con los más íntimos. Y estoy convencida que en buena parte es un aspecto cultural más que innato.
Resulta que hay hombres que establecen relaciones con mujeres dominantes, soberbias y humilladoras. Mujeres que van minando la autoestima de sus novios y maridos, a golpe de gritos, insultos y malos modos. Situaciones en las que ellos se sienten atrapados y que son incapaces de identificar siquiera. Bucles que les van creando un sentimiento de impotencia y de baja autoestima. Emociones de las que se avergüenzan y que jamás cuentan a nadie mientras las están viviendo. Además de la dependencia emocional que ellos tienen a la relación, hay un apego importante a lo creado en torno a ella, principalmente a los hijos, lo cual dificulta aún más cualquier toma de decisión al respecto. Solamente cuando han logrado salir de esa relación llegan a contar episodios sueltos a alguien que les dé confianza, normalmente a una nueva pareja, o a una buena amiga.
Pues este hecho lo viven montones de hombres cada día. Hombres jóvenes y viejos, de todas las generaciones vivas o muertas y que no está tipicado por la sociedad. Es más, se la niega porque los hombres no lloran, los hombres son fuertes.

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