Vaya por delante que no estoy del todo de acuerdo con Samanta Villar, sólo voy a defender el hecho de que todo el mundo tiene derecho a opinar y a escribir un libro sobre sus propias experiencias, sean o no compartidas, con el resto de colectivo. Y también porque creo que no dice ninguna mentira, sólo expresa lo que más de una y de dos hemos sentido en más de un momento de nuestra vida como madre.
Parece que hay dos clases de madre, las que paren a sus hijos y las que los cagan. Las que defienden la maternidad a ultranza, y como mártires no se permiten verbalizar una queja, y si tienen un mal pensamiento parece que se fustigan con las cadenas de los chupetes. Y luego están las que parece que traen niños al mundo como la que se tira un pedo, porque les apetece.
Yo he sido madre, dos veces, por convinción propia y justo en el momento que lo decidí. Quiero a mis hijos como la que más, como las que los paren con más o menos dolor. He estado al cien por cien por ellos desde que nacieron hasta que fueron a la guardería a los dos años. He dado toda la leche que mis tetas me permitieron y he cocinado purés hasta que los han aborrecido. Hemos traído arena y piedras de todos los parques. Por supuesto hemos pasado varicelas y todo el abanico de enfermedades infantiles. Y todo eso lo he hecho porque así me nacía.
Nunca me he arrepentido, de momento, de haber tenido a mis dos niños, aunque haya habido ratos de gritos y llantos, de ellos y míos. Pero lo que nunca diré es que prefiero mil tarde de parque antes de ir a la peluquería, o a darme un masaje...o a una tarde de compras, aunque luego acabe comprando solamente ropa para ellos... y tampoco diré que prefiero estar con mis hijos antes que una noche de copas con mis amigas.
Cada cosa en su lugar y en su momento... porque nadie debería renunciar a ser persona ni mujer y toda mujer tiene derecho a verbalizar lo que en muchos momentos TODAS sentimos: AGOBIO.
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